miércoles, 3 de marzo de 2010

VALENTINA Y LA SOMBRA DE DIABLO*



La metáfora escénica perfectamente lograda

Que la indiferencia no sea el monstruo que termine por aniquilarnos.

Damaris Disner

Tengo pocas certezas en la vida. Hoy quiero hablar de una de ellas. La que nos obliga a disfrazarnos para no mostrar la desnudez, aunque con ello salgamos lastimados.

El comentario de Javier Alatorre en su noticiero nocturno me hizo decidirme a redactar un texto que me traía dando vueltas en los asuntos pendientes por escribir.

La noticia era la violación y muerte de una niña de siete años en la ciudad de México. Nada lejana aquella que también trascendió en el Soconusco, aunque trascendió es un decir, la sociedad inmutable y ciega sólo pudo decir tal vez pobrecita.

En la televisora azteca se expuso al violador declarando, cual si fuera estrella de cine, los detalles de cómo había logrado en complicidad con su concubina sacado a la pequeña de lugar donde vivían para llevarla a uno donde la ultrajó y mató.

El padre de la niña afirmó que posiblemente el sujeto de nombre Víctor esté involucrado en seis violaciones más. Al final de la noticia Alatorre pidió disculpas a la audiencia televisiva por haber sido testigos de esta noticia.

¿Pedir disculpas? En México las cuestiones relacionadas a abusos a menores son tema tabú, y dejemos atrás los casos relacionados con los sacerdotes pederastas. En México NO existe una campaña publicitaria para prevenir o advertir el abuso sexual infantil. ¿Por qué? ¿Porque no lo hay? Sin duda, esa no es la razón.

¿En las escuelas hablan sobre cómo alertar a un niño de un posible abuso? En muchas ocasiones los padres son los primeros en resistirse a abordar el tema, como si con eso su hijo estuviera a salvo. Según investigaciones dan a conocer que el violador, en la mayoría de los casos, no es un desconocido, en muchas ocasiones puede ser un familiar cercano, tan cercano que tal vez sea difícil de reconocer.

Por ello, celebro la obra de teatro que la profesora, actriz, directora y dramaturga Verónica Maldonado (México, D.F. 1962) ha escrito Valentina y la sombra del diablo, recién presentada en el IV Encuentro Nacional de Grupos Infantiles de Teatro cuya sede en este año fue Campeche. Llevada a escena por el grupo de teatro infantil del IITC provenientes de Tlaxcala y dirigida por Arturo Pulido Arteaga, fue celebrada por la reconocida dramaturga Maribel Carrasco.

A Verónica no le faltó temple ni agallas, para mostrar lo que muchos ruegan por esconder, y vaya ironía, ni un programa de noticias nocturno quiere mostrar. Esta problemática lo que menos necesita es que se esconda en un armario o en el comedor donde se reúne la familia. Maldonado nos enseña, en su obra, que el remedio para la oscuridad es encender la luz, es hablar de lo que está sucediendo.

Con perfecto dominio del escenario la también guionista y profesora describe el dispositivo escénico que propone para la puesta en escena. Manejo de sombras, pocos elementos escenográficos como una olla de barro con agua, una silla baja de palma nos ambientan una atmósfera donde el personaje de Valentina sufre la amenaza recurrente de la Sombra del Diablo, que a través de las canciones de juegos infantiles la obliga a exponer su cuerpo para ser violentado cotidianamente.

Sombra: (Canturreando, silbante como serpiente) Jugaremos en el bosque mientras los otros no están… ¿niña, estás ahí?...(Valentina se agazapa más contra el suelo, temblando.) Sé que estás ahí…ven…quiero jugar contigo… (Extiende su inmensa garra.)Dame la mano y te llevaré a bailar sobre un comal y a través de un aro de lumbre… (Cantando:)Arroz con leche me quiero casar con una niñita de la capital.

Valentina y la sombra del diablo ha sido editada por Cuadernos de Dramaturgia para joven público Paso de Gato, no hay que extrañarse que esta editorial lo haya hecho, ya que se caracteriza por dar la promoción ardua del trabajo escénico y que ahora también está sufriendo los embistes de una cuestionable administración cultural herencia de Sergio Vela, y que le tocará a Consuelo Saizar enderezar o zampar el lastimero barco.

La obra maneja una metáfora escénica que resuelve magistralmente la manera de llevar el tema precisamente al público deseado: Infantil. Las metáforas son recurrentes sin que estas sean un peligro para la comprensión del texto, al contrario, el acertado uso del lenguaje hace que fluya y que el lector tenga una experiencia de introspección para hallar aquella experiencia, si bien, no de abuso sexual si de un temor o necesidad de guardar silencio que surge el elemento de identificación entre autor-lector, difícil ya de lograr en la literatura contemporánea.



Valentina: ¡No quiero nada tuyo! ¡Vete o voy a gritar
Sombra: Pero si nadie te va a creer…porque eres chiquita. Valentina. Todos saben que yo soy bueno. Si no tomas la lágrima…me voy a comer a toda la gente que quieres con pan de tristeza y voy a jugar con más niñas y niños…Y tú vas a tener la culpa de lo que pase (la sombra toma una muñequita entre sus garras mientras canta tenebrosamente.)Tengo una muñeca vestida de azul…con su camisita y su canesú …(jala la ropa de la muñeca) esta mañanita me dijo el doctor que te dé jarabe con un tenedor…(Levanta su tridente y cuelga a la muñeca de uno de sus dientes bamboleándola)…la tengo en la cama con mucho dolor.
Valentina: (Llorando.) No le hagas nada…por favor.

La también catedrática en la escuela nacional de arte teatral del INBA, recurre nuevamente a la figura del abuelo (en referencia a su obra El Yeitotol publicada por Corunda-Conaculta) como el ser que cobija y da sosiego a la pequeña Valentina para vencer el miedo y aplastar determinante al diablo, cegándolo con la verdad: denunciar su nombre.

Valentina: ¿Y esas piedritas?
Lázaro: Son mis miedos.
Valentina: (Asombrada.) ¿Los grandes tienen miedos?
Lázaro: Hasta el diablo los tiene, ya los has visto.
Valentina: Pero los tuyos son muy chiquitos.
Lázaro: No te creas. A veces tengo miedo que son del tamaño de una montaña.
Valentina: ¿Y qué haces? ¿Te subes en ellos?
Lázaro: No siempre se puede. Algunas veces hago un túnel para pasar en medio de ellos…otras, nomás les doy la vueltecita.

Personajes perfectamente construidos, tensión dramática, acotaciones explícitas que descubren la trayectoria de la autora, crean un referente necesario para que la obra sea parte, indudable, de la biblioteca escolar y… familiar.


*Valentina y la sombra del diablo, Verónica Maldonado, Cuadernos de dramaturgia para joven público Paso de Gato, México, 2008.